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Historia
El mayor auge de la ciudad empezó con los reinos de taifas (siglo XI), uno de los cuales era el de Valencia. La ciudad creció, y en tiempos de Abd al-Aziz (siglo XI) se edificó una nueva muralla de la cual se conservan restos por toda Ciutat Vella. El noble castellano Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid Campeador) entró en Valencia, quedando la ciudad en manos de tropas cristianas entre los años 1094 y 1102 estableciendo un señorío independiente en Valencia. Tras la muerte del Cid, su esposa Jimena, convertida en señora de Valencia, consiguió defender la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III durante un tiempo. Pero en mayo de 1102, ante la imposibilidad de defender el principado, la familia y gente del Cid abandonaron Valencia con la ayuda de Alfonso VI, no sin antes desvalijar e incendiar la ciudad. Así, Valencia fue conquistada al día siguiente de nuevo por los almorávides, que restauraron el culto musulmán.
La decadencia del poder almorávide coincidió con el ascenso de una nueva dinastía norteafricana, los almohades, que se hicieron con el control de la península a partir del año 1145, aunque su entrada en Valencia se vio frenada por Ibn Mardanis, monarca de Valencia y Murcia, hasta el año 1171 momento en el que finalmente la ciudad cayó en manos de los norteafricanos.
La reconquista cristiana
Entrada triunfal de Jaime I en Valencia
En 1238, la ciudad fue conquistada por Jaime I con la ayuda de tropas de las órdenes militares. Tras la victoria cristiana, la población musulmana fue expulsada y la ciudad repartida entre aquellos que habían participado en la conquista, de lo que queda testimonio en el Llibre del Repartiment.88 Jaime I otorgó a la ciudad unas nuevas leyes, los Fueros de Valencia (els Furs), que años después hizo extensivas a todo el reino de Valencia. A partir de este momento, comenzó en la ciudad una nueva etapa histórica de la mano de una nueva sociedad y de una lengua, las cuales sentaron las bases del pueblo valenciano tal y como se conoce hoy en día.
Según los datos sobre la capitulación de la ciudad, el reino de Valencia tenía una población de 120 000 musulmanes, 65 000 cristianos y 2000 judíos y gracias a la capitulación y los pactos que a ella llevaron, la población valenciana pudo mayoritariamente seguir en sus tierras. Así, según el historiador árabe Hussein Mones de la Universidad de El Cairo, estas fueron las palabras que el rey Zayan dijo a Jaime I en el momento que le entregó las llaves de la ciudad:
En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto a cristianos y judíos. Espero que sepáis gobernarlos para que continúen viviendo en la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí, durante mi reinado, salían procesiones de Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, ya que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen. Espero que vos concedáis el mismo trato a los musulmanes de Valencia.
La ciudad pasó por graves aprietos a mediados del siglo XIV. Por un lado, la peste negra de 1348 y las sucesivas epidemias de años siguientes, que diezmaron a la población, y por otro lado, se sucedieron una serie de guerras y revueltas, como la Guerra de la Unión, una revuelta ciudadana contra los excesos de la monarquía encabezada por Valencia como capital del reino,84 así como la Guerra con Castilla, que obligó a levantar a toda prisa una nueva muralla para contener, en dos ocasiones (en los años 1363 y 1364), el ataque castellano. En estos años la convivencia entre las tres comunidades que ocupaban la ciudad (cristiana, judía y musulmana) fue bastante conflictiva. Los judíos, instalados en torno a la calle de la Mar, habían progresado económica y socialmente, y su barrio fue ampliando progresivamente los límites a costa de las parroquias contiguas. Por su parte, los musulmanes que permanecieron en la ciudad tras la conquista fueron instalados en una morería junto al actual mercado de Mosen Sorell. En 1391 una turba descontrolada asaltó el barrio judío, lo que supuso la práctica desaparición de esta comunidad y la conversión forzosa de sus miembros al cristianismo. En 1456, de nuevo un tumulto popular asaltó también la morería, aunque sus consecuencias fueron de menor trascendencia