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Historia de Alborache
El término de Alborache debió de estar poblado ya en época romana, dado el hallazgo de lápidas y otro tipo de materiales. En la época musulmana era una alquería constituida en torno a una torreta (al-buraīĝ) de la que no quedan restos. El rey Jaime I la concedió a Rodrigo de Linaza que, al servicio del rey, la conquistó en 1245. El lugar permaneció poblado principalmente por musulmanes (luego forzosamente convertidos en moriscos hasta su expulsión definitiva en 1611, que redujo la población a la mitad. Para contrarrestar el revés demográfico, el Conde de Buñol le otorgó escritura de Carta Puebla.2 La presión que soportaban los habitantes se reflejó en revueltas antiseñoriales, pero también en pleitos. Así los vecinos del condado ofrecieron 12 000 florines en 1797 al conde de Buñol para incorporarse a la corona. Al no aceptar el conde esta oferta, se inició un largo proceso que se prolongó hasta el 19 de enero de 1836, cuando el Ministerio de Gracia y Justicia resolvió el paso de Alborache a jurisdicción real contra el pago de 70 588 reales y 8 maravedíes.
En el Diccionario de Madoz (1845-1850) aparece la siguiente descripción, con interesante información sobre Alborache y su término en el siglo XIX:
ALBORACHE (Alboraig): lugar con ayuntamiento en la provincia de Valencia. Situado en la cima de un cerrito circuido de barrancos por los lados S y N, con otras alturas que le dominan ; tiene excelentes y abundantes aguas de las tres fuentes que nacen al E cerca de la población. Forman el casco de ella 160 casas de mediana altura, solamente con piso bajo y graneros, y aunque reducidas son bastante sólidas por su construcción a cal y canto. Las calles son angostas y torcidas, a excepción de tres medianamente anchas y largas; tiene dos plazas pequeñas, la una llamada de la iglesia y la otra de la Constitución: una casa consistorial, tan reducida que solo caben 20 personas, situada en la plaza de la iglesia, la cual sirve también para la detención de los arrestados; una escuela de primeras letras, sin local destinado a este objeto ; una iglesia parroquial, bastante reducida, pero de construcción muy sólida, bajo la advocación de San Jaime; es de una sola nave con tres capillas a cada uno de sus lados. El terreno en su mayor parte es fuerte y gredoso, y por lo mismo poco productivo, pues solo a fuerza de trabajo rinde medianas cosechas. Atraviesa el término y fertiliza alguna de sus tierras el río Buñol, de aguas escasas, ordinariamente, pero de grandes avenidas; también le fertiliza el río Juanes que tiene su origen en Utiel. Los caminos son casi todos de herradura, y solo hay uno por donde puedan transitar carruajes, que viniendo de Turís cruza el término con dirección a Macastre y Yátova; todos se hallan en mediano estado. Industria: cinco molinos harineros con diez muelas entre todos, algunos telares de lienzo común y una mina de yeso, cuyo producto exportan a los pueblos limítrofes; Población: 172 vecinos; 578 almas.